| En Memoria a Aura Acosta y a todas las Mujeres de mi Familia.
Regresar a casa fue observar y pisar las huellas de un pasado pero con una consciencia que permite ver las sincronicidades que aparecían y no fueron observadas en su momento y que reafirman todo lo que ha sido y todo lo que ha sucedido fuera.
Mi familia siempre ha estado cercana a la medicina en sus distintas formas, curanderas, parteras y doctoras, bioanalistas, todas en una amplia relación a la intuición, una de ellas se convirtió en doctora y fue más allá de lo que se supone es un médico alópata, ella enseñó devoción, certeza, confianza y sobre todo el servicio a mirar a la enfermedad como algo que puede transmutarse, siempre tuvo la seguridad de que la empatía, el cariño y la disciplina, eran constante en el trato a los seres que le llegaban, se encargaba siempre de ir más allá y llegaba a los diagnósticos más sutiles, ella cuando a muchos los daban por desahuciado, le tocaba emprender el viaje a la curación, a la vez que su alma se redime en una sanación para el paciente como para ella.
Venir a casa después de años y verme en cada una de ellas y creer que no había tanta afinidad creyendo que lo que hago desde la medicina ayurveda, herboristería tropical y oriental estaba lejos…de ser algo que a ellas le pertenece y llevo en mis procesos de vida.
Ahora desde las plantas y procedimientos acompañarlas a ellas, ver como una ya partió, el solo escuchar y sentirlas ejerce el poder sanador de las terapias, aceites y hierbas, generan una nueva conexión con mis lazos familiares, la clínica de los procesos medicinales funciona más allá de solo récipes y medicamentos, funciona desde el espacio de la consulta que requiere pocos metros de distancia donde el médico y paciente intercambian energía y allí ocurre la fase de sanación, en la atención de los sentidos, revisión de los estímulos y la percepción de la escucha observante para mirar los tejidos y sus espacios sutiles y de allí colocar las recetas y preparados indicados.
Debido a que estos cuerpos son una formación energética que impacta el cuerpo físico y definen procesos de enfermedad, ha sido el reto de la medicina alopática aceptar, sin embargo se abre cada día más, aceptando que hay un invisible que gobierna.
Entendí que la curación es la expresión de sanar, curar es la manifestación visible de que signos y síntomas desaparecen, sabiendo que esa desaparición es ocasionada por un proceso de sanación interna, de situaciones más complejas desde los cuerpos emocionales y mentales, dejando muchas veces a la curación sola como solo aminorar síntomas, o tapar, pero si todos los seres pudieran entrar en la curación desde la sanación, los procesos de salud y enfermedad serían atendidos de manera completa, así fue como se entrego mi tía madrina Aura siempre curar desde el sanar, mirar en un silencio para encontrar, sentir-pensar y diagnosticar.